Epicuro

       Bueno, antes de nada voy a explicar un par de cosas. La primera es que esto fue escrito hace ya dos años como trabajo para una asignatura de la facultad: literatura griega. Lo he encontrado rebuscando en mi ordenador y he decidido que hay partes bastante interesantes que merecen un vistazo. No por lo que yo diga, ni porque yo me las dé de guay o de entendida en filosofía, que vaya, ni de lejos xD, sino porque está bien compartir esto, y si a alguien le interesa me encantaría recibir comentarios ;) Además podría decir mucho más de lo que digo, pero el trabajo fue para lo que fue, y ahora no me voy a poner a ampliarlo porque bastante largo es ya. Sin más, aquí os lo dejo:

1.       Breve introducción a la vida y obra de Epicuro:

Epicuro nació en la isla de Samos en el año 341 a.C., hijo del ateniense Neocles. A los 14 años comenzó a estudiar filosofía con el platónico Pánfilo. En Colofón estudió con Nausífanes, un atomista discípulo de Demócrito, cuyo magisterio terminó negando. Tras varias vicisitudes, cuando ya frisaba los 35 años, se instaló en Atenas, donde fundó su escuela. Para impartir su doctrina con independencia de toda imposición oficial, compró una casa y un pequeño terreno: el Jardín, un huerto donde convivir con amigos y discípulos. Allí se dedicaron a la investigación científica y a la paideia, celebraron reuniones y comidas, y acogieron a personas de todas las clases sociales.
Sus obras fueron numerosas, aunque sólo nos han llegado breves fragmentos y algunas cartas, las más importantes a Meneceo, a Heródoto y a Idomeneo.

2.       Comentario de Epicuro:

Tras leer la Carta a Meneceo y algunos fragmentos de la Carta a Heródoto, me he decidido a ir comentando uno a uno los fragmentos que más me han llamado la atención. Iré haciendo citas de cada uno de ellos y en función de lo que me parece más interesante o veo más relevante haré un subrayado y comentaré debajo.

a)      Carta a Meneceo

1. Parte de nuestros deseos son naturales, y otra parte son vanos deseos; entre los naturales, unos son necesarios y otros no; y entre los necesarios, unos lo son para la felicidad, otros para el bienestar del cuerpo y otros para la vida misma. Conociendo bien estas clases de deseos es posible referir toda elección a la salud del cuerpo y a la serenidad del alma, porque en ello consiste la vida feliz. Pues actuamos siempre para no sufrir dolor ni pesar, y una vez que lo hemos conseguido ya no necesitamos de nada más”.

Estoy de acuerdo con esta afirmación que subrayo porque a veces he sentido que no necesitaba nada más, que era feliz tal como estaba, sin ninguna perturbación, una serenidad del alma y una paz que me llevaban incluso a pensar que podría ser un buen escenario para la muerte aunque aún no la deseara, de tan a gusto que me encontraba. Pero creo que ese placer es siempre momentáneo (se trata de pequeñas alegrías) y llega un punto en el que volvemos a necesitar más placeres. Es decir, no creo que el conformismo sea lo mejor.
Asimismo es muy difícil lograr ese placer estable porque algunos dolores de la carne son muy fáciles de eliminar (el pan y el agua serán muy fáciles para aquel que tiene hambre y sed), pero los pesares que perturban el alma permanecen largo tiempo en nosotros a causa de la memoria.

En esto Epicuro se opone a Platón, quien pensaba que el placer se hallaba en la contemplación de las Ideas.

2. Por eso decimos que el placer es el principio y fin del vivir feliz. Pues lo hemos reconocido como bien primero y connatural, y a partir de él hacemos cualquier elección o rechazo, y en él concluimos cuando juzgamos acerca del bien, teniendo la sensación como norma o criterio. Y puesto que el placer es el bien primero y connatural, no elegimos cualquier placer, sino que a veces evitamos muchos placeres cuando de ellos se sigue una molestia mayor. Consideramos que muchos dolores son preferibles a los placeres, si, a la larga, se siguen de ellos mayores placeres. Todo placer es por naturaleza un bien, pero no todo placer ha de ser aceptado. Y todo dolor es un mal, pero no todo dolor ha de ser evitado siempre. Hay que obrar con buen cálculo en estas cuestiones, atendiendo a las consecuencias de la acción, ya que a veces podemos servirnos de algo bueno como de un mal, o de algo malo como de un bien”.

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“Y puesto que el placer es el bien primero y connatural, no elegimos cualquier placer, sino que a veces evitamos muchos placeres cuando de ellos se sigue una molestia mayor”.

Esto a veces es cierto, si bien no siempre evitamos esos placeres aunque sintamos miedo hacia lo que pueda venir después. Se trata de una elección que se nos plantea cuando somos conscientes de que es muy posible que suframos más adelante y debemos decidir si: disfrutar del presente ahora que está a nuestro alcance aun sabiendo que su pérdida o su fracaso nos hará mucho daño más tarde (y poder pensar para consolarnos: “estuvo bien mientras duró”), o rechazar el placer del presente por miedo al futuro (lo que llamo yo “cobardía”).

“Consideramos que muchos dolores son preferibles a los placeres, si, a la larga, se siguen de ellos mayores placeres”.

Sí. De hecho, me gusta hacer eso de vez en cuando. Puedo poner ejemplos muy mundanos: aguantar un picor en un brazo durante mucho tiempo aunque estés deseando rascarte para que cuando por fin decides hacerlo el alivio sea muy placentero. O estar muchos días sin ver a mi pareja debido a la distancia para que cuando por fin llegue el fin de semana la pasión e ilusión sean mucho más desbordantes.

“Todo placer es por naturaleza un bien, pero no todo placer ha de ser aceptado”.

Por supuesto que no, porque ya entramos en terreno de lo que es ético o no. Algo que para ti puede ser placentero, para otra persona puede significar un mal. Por tanto no todo puede estar permitido. También están las limitaciones que han ido poniendo las religiones como el cristianismo o la sociedad misma, al sexo por ejemplo, tanto en soledad como en compañía. No siempre ha habido libertad para todo. Ni aún hoy día.

“Y todo dolor es un mal, pero no todo dolor ha de ser evitado siempre”.

A veces merece la pena estar pasándolo mal un tiempo para saber apreciar los momentos buenos. Merece la pena estar un día pasando hambre para saborear con gusto la comida cuando cae en tus manos, o soportar un dolor de espalda o estómago durante horas para gustar del alivio de acostarse a dormir sin ninguna dolencia. Tampoco consiste esto en caer en el masoquismo, ni hay que revolcarse en las desgracias y las penas. Como dice después el mismo Epicuro la vida consiste en encontrar el término medio en la moderación, la virtud de la que hablaba también Aristóteles.

3. “La autosuficiencia la consideramos como un gran bien, no para que siempre nos sirvamos de poco, sino para que cuando no tenemos mucho nos contentemos con ese poco; ya que más gozosamente disfrutan de la abundancia quienes menos necesidad tienen de ella, y porque todo lo natural es fácil de conseguir y lo superfluo difícil de obtener. Los alimentos sencillos procuran igual placer que una comida costosa y refinada, una vez que se elimina el dolor de la necesidad”.

Siempre he pensado que aquellas personas poco conformistas, pensadoras, insatisfechas, viven más infelices siendo conscientes de sus limitaciones y de aquellas metas imposibles de conseguir por haber caído en la utopía, que las que viven el día a día sin preguntarse por lo que haya “más allá”, o al menos aceptando lo que tienen y lo que no sin atormentarse por lo que no pueden alcanzar. Además, coincido en la idea de que se disfruta más de la abundancia cuando menos necesidad (o llamémosle dependencia) tenemos de ella, porque no nos gusta sentirnos “atados” o dependientes de una cosa, ya que nos da miedo pensar que podríamos perderla.

De hecho cuando estamos muy hambrientos poco nos importa si la comida está falta de sal o si se ha quedado fría, porque más que comer tranquilamente y saborear engullimos con ansias. En los alimentos más sencillos y fáciles de elaborar (ejemplo: tortilla de patatas) se puede encontrar a veces más placer que en el suculento plato del mejor restaurante. No es necesario irse a las exquisiteces caras.

4. “Acostúmbrate a pensar que la muerte nada es para nosotros, porque todo bien y todo mal reside en la sensación y la muerte es privación de los sentidos. Por lo cual, el recto conocimiento de la muerte hace dichosa la mortalidad de la vida, no porque añada una temporalidad infinita sino porque elimina el ansia de inmortalidad. Nada temible hay, en efecto, en el vivir para quien ha comprendido realmente que nada temible hay en el no vivir. De suerte que es necio quien dice temer a la muerte, no porque cuando se presente haga sufrir, sino porque hace sufrir en su demora. En efecto, aquello que con su presencia no perturba, en vano aflige con su espera. Así pues, el más terrible de todos los males, la muerte, nada es para nosotros, porque cuando nosotros somos la muerte no está presente, y cuando la muerte está presente, entonces nosotros ya no somos”.

Como vimos en clase, este texto refleja el pensamiento que tenía Epicuro de la muerte. Según él, el hombre no podría ser feliz jamás sin librarse de su miedo hacia la muerte. Dice: “la muerte es inexperimentable”, “no afecta a los vivos ni a los muertos; no existe para aquellos, y estos no existen para ella”. Sin embargo, “es el más terrible de los males”. Si no podemos evitarla, porque todo hombre ha de morir, sí que podemos eliminar el temor que nos produce. De entre esos terrores, dos son los más temidos: el miedo a lo que pueda haber detrás de ella y el miedo a que yo, como individuo consciente, desaparezca para siempre. Provocados por la tradición mítica, que buscaba la fama para la inmortalidad, el primero, y por sentimientos irracionales, el segundo, ambos temores no tienen nada que ver con el recto filosofar. Epicuro se opuso tanto a las creencias populares sobre premios o castigos de ultratumba, como a las extrañas tesis de Platón sobre la inmortalidad del alma. Es irracional aceptar que el yo como unidad de alma y carne pudiera permanecer eternamente. La eternidad está solo reservada para los átomos.

5.      Comentario de algunas exhortaciones:

"La necesidad es un mal, pero no hay necesidad alguna de vivir con necesidad".

Yo creo que eso es muy fácil de decir pero muy complicado de llevar a cabo, pues casi siempre habrá algo que necesites para estar mejor. A mí me ocurre que jamás me conformo con nada. Los momentos de felicidad y plenitud para mí son solo eso: momentos, pero no una constante en mi vida. Además no opino que la necesidad sea un mal, al menos no si nos la planteamos como un objetivo a alcanzar y para el que tenemos que esforzarnos, porque así se convierte en una motivación para vivir. Sin embargo, si nos regodeamos en la necesidad y no hacemos nada por remediarla sí que puede convertirse en un mal muy grande.

"Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco".

Me encanta esta frase. El problema está en determinar qué es suficiente y qué es insuficiente, porque depende de cada uno. Creo que para los grandes aspiradores que no se conforman con nada, no existe la suficiencia, porque siempre quieren más y más, siempre hay algo que les falta y hacia lo que aspiran y, de hecho, yo creo que el sentido de la vida (si es que lo tiene) se pierde cuando uno se queda sin objetivos o motivaciones y se conforma con lo que tiene, porque se ignoran otros placeres que pueden estar ahí pero ser invisibles para ti si ni siquiera te molestas en buscarlos.

Inciso, una mirada que traspasa:
No sé en qué pensamientos se hallará inmersa la chica, pero seguro que son interesantes.



"Quien un día se olvida de lo bien que lo ha pasado se ha hecho viejo ese mismo día".

No estoy del todo de acuerdo. Opino que nos hacemos viejos todos los días, cada vez más conforme más experiencias vamos teniendo. Además todo el mundo tiene derecho a pensar “este día ha sido un desastre, no he disfrutado en ningún momento y después de haberlo vivido me siento mal porque la experiencia ha sido horrible y agotadora, o peor aún: me he quedado vacío y el día no ha significado nada ni para bien ni para mal”. Y ello no significa que te hayas hecho viejo, sino simplemente estás viviendo. No se puede afrontar la realidad con un falso optimismo tratando de engañarte a ti mismo pensando que lo has pasado bien cuando sabes perfectamente que no ha sido así (en el caso de que así fuera). Sin embargo, puede que aquí Epicuro se refiera a cuando sí lo has pasado bien pero en lugar de irte a la cama con una sonrisa recordando eso, te centras en tus problemas y preocupaciones olvidando lo bueno. En ese aspecto sí que lo apoyo, aunque siempre depende de las circunstancias de cada uno.

"Lo insaciable no es la panza, como el vulgo afirma, sino la falsa creencia de que la panza necesita hartura infinita".

Las personas muy obesas por comer muchísimo a todas horas del día y sin cuidar la dieta ni hacer ejercicio (por ejemplo los enfermos del Burguer King o McDonalls), que no están así por constitución o problemas de digestión (obviamente también influirán en ocasiones para llegar a esos niveles de obesidad) no disfrutan mientras están comiendo. La ansiedad hace que comer se convierta en una práctica sin sentido como el fumador está enganchado al tabaco; no en un placer. Yo no creo que esas personas saboreen las hamburguesas, sino que lo que les gusta es sentir la “panza llena” continuamente, como si comer consistiera en eso y no existiera la saciedad. Físicamente el organismo solo necesita alimentarse con una cierta cantidad de comida diaria y un cierto aporte de vitaminas, proteínas, hidratos, etc, en función de las calorías que se vayan a quemar y de la energía que se necesite. No vive mejor el que más come, aunque siempre se ha visto más saludable y poderoso al que tenía una gran barriga que al débil y desgarbado delgaducho, porque ello implicaba tener más dinero.

Y aunque me he quedado sólo en el comentario superficial referido a la comida y al estómago literalmente, creo que esto puede ser aplicado a todo.

"El que menos necesita del mañana es el que avanza con más gusto hacia él".

En algunas etapas de mi vida he estado demasiado pendiente del futuro (alguna fecha fijada, algún acontecimiento importante hacia el que guardaba mucha ilusión, alguna esperanza de mejoría, una necesidad de cambio…) y me he privado de cosas por pensar que más adelante serían mejores, y cuando finalmente por diversas razones esas fechas por las que me obsesionaba y que había fijado inconscientemente como objetivo no llegaban, mi mundo se desestabilizaba, me sentía mal, perdida, desorientada y arrepentida por haber perdido mi tiempo sin disfrutar del presente. Así que estoy muy de acuerdo con esa frase de Epicuro, porque pienso que el tiempo pasa con mayor lentitud cuando estás esperando un acontecimiento y eres incapaz de concentrarte en otras cosas, que cuando simplemente te dejas llevar por el momento sin pensar en el después.

"También en la moderación hay un término medio, y quien no da con él es víctima de un error parecido al de quien se excede por desenfreno".

Creo que encontrar esa moderación es de lo más difícil que contiene la vida. Irse de un extremo a otro es muy fácil, pero mantenerse firme en un mismo punto a medio camino entre lo malo y lo bueno… es tan complicado que casi diría que es imposible. Mi vida consiste en un continuo “subibaja” de emociones, en un inconstante cambio en el que casi nunca logro hallar estabilidad porque estoy inquieta. A veces admiro a quien sí consigue esa estabilidad y me pregunto si yo seré capaz de lograrla algún día. Por lo menos así me mantengo entretenida y no me aburro nunca, porque si siempre siguiera la misma línea... Además en esta etapa de mi vida, la juventud, creo que se cometen mayores desenfrenos por tener las pasiones muy fuertes y estar llenos de energía, que más adelante cuando las obligaciones grandes y las responsabilidades controlan de alguna manera nuestro caminar, porque cuando tienes hijos pequeños a los que cuidar no puedes permitirte muchas cavilaciones.

b)      Carta a Heródoto

Me parece increíble que unos hombres hace más de 2.000 años fueran capaces de llegar a todas esas conclusiones científicas con tan pocos medios tecnológicos a su alcance, tan solo con los instrumentos de los que pudieran disponer en la escuela que fundó Epicuro, donde él y sus discípulos se reunían para dedicarse a la investigación científica aparte de otro tipo de menesteres como fiestas, orgías, comidas… Es de valorar que pudieran tener tantos conocimientos de física y astronomía, que hubieran sido posibles de llegar al concepto de “átomo”, “materia”, “vacío”, “universo”.

Expuestos en esta Carta a Heródoto, sus principios fundamentales son los siguientes:

a)      Nada nace de nada; todo es eterno, inmutable e infinito, y ese todo está compuesto por los átomos y el vacío en que estos se mueven. Los cuerpos son átomos o agregados de átomos. El mundo no se originó en el caos, sino que todo fue siempre lo que es ahora.
b)      Los átomos eternos, permanentes e inmutables tienen forma, extensión y peso.
c)       El vacío es el espacio en el que se mueven los átomos. No puede ser visto, ni sentido, ni tocado. Además, es infinito en extensión (los átomos son infinitos en número, pero no en extensión) para que puedan moverse los cuerpos.
d)      Los cuerpos celestes son de la misma naturaleza que los terrestres. Por eso, todos los fenómenos celestes pueden ser explicados como algo natural y no divino. Eliminó así todas las explicaciones míticas de estos fenómenos que han sido siempre causa de angustia y terror.
e)      También el alma humana forma parte de este universo material que hemos descrito. Está compuesta por átomos más sutiles que los que forman el cuerpo. Cuando este muere, también lo hace el alma.

Lo que más me ha llamado la atención o me ha gustado de los fragmentos que he leído de la Carta a Heródoto ha sido la parte en la que habla de que es posible que existan más mundos aparte del nuestro, porque soy muy dada a la imaginación y la fantasía, y ese concepto de inmensidad e infinito me llena:


“Por otra parte, hay una infinidad de mundos, sean parecidos al nuestro, sean diferentes. En efecto, siendo los átomos infinitos, como se acaba de demostrar, son llevados por su movimiento hasta los lugares más alejados. Y tales átomos, que por su naturaleza sirven, ya por sí mismos, ya por su acción, para crear un mundo, no pueden ser utilizados todos para formar un único mundo, o un número limitado de mundos, ni para los semejantes a éste, ni para los diferentes, de modo que nada impide que haya una infinidad de mundos”.


La lluvia amarilla. J. Llamazares

A través de la ventana, podía ver el portalón hundido y devorado por el musgo del molino y los reflejos temblorosos de los chopos sobre el río: inmóviles, solemnes, como columnas amarillas bajo la luz mortal y helada de la luna. Todo estaba en silencio, envuelto en una paz tan densa e indestructible que acentuaba más aún la desazón que yo sentía. A lo lejos, sobre la línea de los montes, los tejados de Ainielle flotaban en la noche como las sombras de los chopos sobre el agua. Pero, de pronto, hacia las dos o las tres de la mañana, un viento suave se abrió paso por el río y la ventana y el tejado del molino se llenaron de repente de una lluvia compacta y amarilla. Eran las hojas muertas de los chopos, que caían, lenta y mansa lluvia del otoño que de nuevo regresaba a las montañas para cubrir los campos de oro viejo y los caminos y los pueblos de una dulce y brutal melancolía. Aquella lluvia duró solo unos minutos, los suficientes, sin embargo, para teñir la noche entera de amarillo y para que, al amanecer, cuando la luz del sol volvió a incendiar las hojas muertas y mis ojos, yo hubiese entendido ya que aquella era la lluvia que oxidaba y destruía lentamente, otoño tras otoño y día a día, la cal de las paredes y los viejos calendarios, los bordes de las cartas y de las fotografías, la maquinaria abandonada del molino y de mi corazón. [...]


Sublime fragmento de "La lluvia amarilla". Julio Llamazares


John Aktison Grimshaw, uno de los grandes.

La representante de la promesa

que en este mismo momento me hago. Para que ni se me pase por la cabeza abandonarla. Ni a ella, ni a los demás.


Cursilada

Tan sencillo como ser gorrión. Pequeñito y nervioso, da cortos saltitos en el suelo, pía en los árboles o revolotea agitando rápidamente sus alas.

-¿Quieres volar conmigo?

Poder hacer esta pregunta al pajarito con el que deseas compartir tu vida, y que éste descienda desde la rama donde se halla posado y dancéis en círculos, juntando los picos de vez en cuando. Luego compartir los bichitos y los gusanos, construir un nido entre los dos...

¿Habrá algo más lindo? Quién fuera gorrión...

La superficie del mar en su pelo

   En el compás de las luces y las sombras, los timbales y flautas, los latidos de su corazón se unían con ansias de libertad al envolvente baile. Para aquella joven encandilada por la atmósfera de esa danza ritual aquella era una de las mejores formas que existían de rescatar sus pasiones y lanzarlas al exterior, refulgiendo como una estrella.

   Si bien el juego de las llamas, también danzarinas, acariciaba su rostro haciendo compañía a su rubor, la propia aura de la joven parecía brillar y destacarse de las demás. Estaba entregada en cuerpo y alma. Nada cruzaba por su mente salvo el ansia cegadora de seguir bailando. No importaba nada más que ese momento, el cual pertenecía solamente a ella, y daba buena cuenta de estar disfrutándolo al máximo.

  El vestido verde esmeralda dejaba al descubierto la mayor parte de sus brazos y escote, donde se agitaba un pequeño colgante enredándose a veces en su pelo. Un cinturón de cuero con hebras plateadas ceñía sin hacer demasiada presión el vestido a su cintura, y sus pies descalzos se descubrían cuando se remangaba un poco los bajos del vestido.

    Los ojos del que la observaba se posaron entonces en su cabello oscuro, y pensó en lo poética que le resultaba aquella mujer, pues, disminuyendo ella el ritmo de sus giros y saltos, su cabello ondulado seguía danzando; la parte interior más espesa y quieta, los mechones exteriores deslizándose con suavidad, como se desliza la superficie del mar cuando éste es agitado por una leve brisa.

    La belleza, lo femenino y lo espiritual unidos en un cuerpo poseído por la música. Lo primitivo y lo salvaje, una danza alrededor de una hoguera junto con la gente de la aldea, los aromas estimulantes, el homenaje a la naturaleza en su estado puro, la esencia y pureza del bosque, todo ello espectáculo de éxtasis, bella exaltación del ánimo más tribal. 

    Si aquella mujer era una diosa, entonces él rendiría culto a la magia que la envolvía, y alimentaría su admiración por ella que, lejos de inclinarse hacia lo carnal, se asemejaba a cuando un hombre contempla la infinitud del firmamento mirando al cielo en una noche estrellada.  Por ello, se deleitaría con ella silenciosamente como señal de respeto a su trance, que él no interrumpiría como un inoportuno intruso. Existen cosas que, sencillamente, por alguna razón son inalcanzables.


A qué sabe la piel de este amor

Qué condena la lentitud del paso del tiempo
cuando la vida, por dentro, me desgarra.
Algo se rompe en mis entrañas, allá donde el corazón:
es el desvanecido halo de esperanza
que con mimo y dedicación atesoraba.
Es el único claro entre las densas nubes venideras.
Es la historia de dos amantes entregados.
Todo ello se hace añicos, allá adentro, en mi alma.
Se rompe y yo creo que mi cuerpo se va a romper también
en pedacitos de alma, triste y desamparada.

En los ojos de las personas tristes habita la melancolía de lo perdido,
en la voz rota de los atormentados se nota el dolor de la existencia,
es amargo el sabor de las palabras de los que viven con el castigo.

Cómo la felicidad es absurda hasta rozar la ficción,
y la razón humana está creada para descubrirlo.
Entre gritos y sacudidas los momentos de paz
se hacen preciados para el caminante solitario.
Y tú desde las sombras apareces para cortar mi aflicción
para luego irte tal como llegaste y que yo de soledad me haga un diario,
porque ni quieres mi compañía, ni soportas mi ausencia.
¿Y yo aquí, entera para ti y fiel como una perra?
No. He estado largo tiempo, aún permanezco, pero sabe
que de encima me quiero sacudir este frío y esta pena.
Mi mirada enamorada tiene un fin; si así lo quieres, advertido quedas.

Lo que sólo Tú


Eres pura contradicción para mí,
eres lo más bonito y valioso,
eres lo más doloroso y horrible,
eres cercano y a la vez ajeno.
Eres para mí y nunca serás mío,
porque me amas pero no me necesitas,
me cuidas con delicadeza y me hieres
profundo, con tus pensamientos y palabras.
Eres fuente de admiración para mí,
tu personalidad es arrolladora,
tu cuerpo causa de deseo, tus labios de pasión,
tu olor pozo sereno, tu tacto agradable caricia,
placentera tu mirada posada en la persona que anhela
que te eches en sus brazos.

Ansiando esta mujer que la dejes amarte,
ella vive con el dolor de saber que tu pérdida
no tiene solución, aún a sabiendas de que haría cualquier cosa
por conseguirte. De haberla, oh, sin pensarlo se lanzaba.

Puedo evocar de los recuerdos de cuando estaba contigo
momentos, días incluso, de los más maravillosos que he tenido
oportunidad de vivir en toda mi vida; contradictorio que también
cuando entras en mi mente es para despertar un sentimiento
de ansiedad, oleaje interno que agita mis entrañas y saca a flote
los más perturbadores sentimientos que creía estar capacitada
para padecer. Cuando la mar interior está demasiado revoltosa
por ti, fuerte viento del norte, potente vendaval que arrastra
atrayendo y lanzando lejos, entonces, parece que mi alma encerrada
sin aire ahí dentro va a ahogarse, mareada y desorientada.

Ocupada en la batalla que se libra para tratar de no sucumbir
en el oleaje, camino con mucha dificultad al soportar
esa poderosa  carga y, en lugar de odiar a ese dios del viento
soy encandilada por su fortaleza y espíritu, lo admiro hasta
perder la cabeza por él, lo contemplo como lo más bello
existente sobre el planeta, y aún a pesar del dolor que siempre
me causa, nunca lo haría desaparecer de mi vida ni querría
lograr olvidarlo, porque sería matar una parte de mí misma,
secar una parte que me fue entregada a él por amor sincero
y que no puede ser desprendida.

Aquí es cuando de verdad comprendo que mi enamoramiento
es verdadero, cuando hay contradicción por mi cuerpo al
anhelar la cercanía a algo que me daña, cuando lo más sencillo
sería dar media vuelta y escapar con el miedo en la sangre.
Cuánto me gusta la palabra “sangre”. Sangre la mía embadurnada
con tu ponzoña desde que lograste que mi corazón te perteneciera
y con él, entera yo.


La cura


Quisiera ya dar con la mágica cura
que pusiera fin a lo que mi alma padece.
En esta tormenta navegar más no me apetece,
por mares cuyas aguas sólo son una mala aventura.

¿Dónde se encuentra tal remedio?
¿A qué siniestra bruja le podría pagar?
¿Cuál es el bosque donde hay de amores un cementerio?

Una sombra agria quiere de mí estar triste.
En cada paso me rodea con su abrazo de pesar,
como un velo que oculta el mundo a mis ojos,
ojos tristes de los que se derrama un mar triste.

Bruja, recoge las lágrimas en un frasco de cristal,
hierve en ellas una pizca de soledad,
añade ramitas de muérdago frustrado,
y remuévelo con deseo de mi pecho aromado.
Házselo beber y dile de mi parte: “La perdiste”.

Luego, te pido, haz que llueva, llueva mucho,
agua purificadora con anhelo a libertad,
capaz de calar este velo aprisionador.
Venga, bruja, no quiero esperar mucho, 
hay alguien que de mi tiempo no es merecedor.

Recuerdo lo que hizo con el cáliz de mi sangre,
y tal como las losetas se tiñeron rojizas,
así esa mancha, de todos mis sentimientos es la madre.
Pero, amor, la pasión verdadera y la esclavitud no son mellizas.
No estoy para nadie que no esté para mí,
por eso he pedido ayuda para olvidarme de ti.



De Profundis


Cuántas hendiduras más en mi alma sin coraza,
dardos en forma de palabras.
Cuánto vaivén sin razón ni destino,
chiquilladas, cuadros a medio pintar,
lunas hermosas y solitarias, chapuzones en agua helada,
el alma que tirita, que espera, que aguanta, que traga.

Sentimientos en bandeja de plata.

Tila para el corazón; lluvia para el tiempo.

No volveré a ser el tren que siempre está cuando lo buscas,
la incertidumbre que mordisquea, ni el deseo insatisfecho,
las caricias despreciadas o la voz que no se escucha.
Cansada de la espera demasiado larga, de las mareas altas y bajas
y de las barbillas agachadas.

Tocadiscos en el que siempre suena la misma canción.

Rosas que gritan agua.

Mordisco en la manzana que ahora está oxidada.

Atardecer chorreando sangre,
se recoge tibia para ti en un cáliz.
¿La beberás cuando salgas de la tumba?
Si no la quieres, déjala esparcirse.
Y aléjate.
Y no vuelvas, porque ya tendré nada para darte.

*   *   *

El eco del cáliz al golpear la piedra restalló por los alrededores
mientras contemplaba alejarse a la figura ensombrecida.
Lágrimas de rabia resbalaron por su rostro.
Completamente sola permaneció en el lugar durante largo tiempo,
pues no estaba preparada para alejarse del último recuerdo.
La lucha acababa en derrota y su historia quedaba atrás en el pasado.